Cada vez que vuelves, suturas con precisa técnica mis heridas sangrantes, elevas drasticamente mis sístoles y diastoles, a penas escucho tu respiración y haces que mis receptores dopaminergicos caigan en severos desórdenes.
Cada vez que vuelves, desordenas mis constelaciones, y yo, yo vuelvo a escribir entre renglones, vuelven también los versos, y estos, rehabitan mis vacías habitaciones.
Cada vez que vuelves, vuelven mis latidos y amaneceres, naces de mi alma trémula, joven y desnuda, definición perfecta de tiempo y vida es todo lo que eres, un par de manos frías y suaves que recorren la líneas difusas de mis labios, ya vives en mi ser, habitas mis pares craneales; ya no soy aquello que fui hace tantos ayeres.
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