miércoles, 15 de octubre de 2025

Siddartha, análisis y paralelismos (fragmento)

 La parte en que le da rienda suelta a los placeres... Me hizo pensar en el principito Creo que la tierra más fértil es la mente y el pensamiento, si no hacemos limpieza diligente entonces los baobabs aparecen invaden, consumen. 


 si no arrancas esas semillas a tiempo, invaden, crecen enormes y terminan por destruir el pequeño planeta. Son pensamientos-hábitos que, si se dejan crecer, sofocan lo esencial.

La diligencia espiritual es la jardinería: limpiar, cuidar, discernir, orar, estudiar.


‘Ahora también comprendió por qué había luchado inútilmente contra ese yo, mientras era brahmán o asceta. ¡Se lo había impedido el exceso de sabiduría, de versos sagrados, de reglas para sacrificios, de mortificaciones, la excesiva ambición! Con arrogancia, siempre había sido el primero, el más inteligente, el más sabio, el más diligente; siempre se encontraba un paso más adelante de los demás compañeros, sabios, sacerdotes o eruditos. Su yo se había escondido en ese sacerdocio, en aquella erudición e intelectualidad; estaba allí y crecía, mientras Siddhartha creía apagarlo con ayunos y penitencias. Ahora se daba cuenta y observaba que la voz secreta tenía razón: ningún profesor se lo hubiera podido reprimir jamás.’


Es imposible escapar del yo, del abismo, de la ausencia, porque siempre vuelve o más bien nunca se marcha, observa y espera paciente su momento para salir, intentamos saciarlo pero la verdad es que aquello que niegas te domina, te atrapa. Siddhartha siempre estuvo dominado por aquello que negaba, siempre estuvo ahogado en su ego, cuando se privaba y era el monje más sobresaliente o el que dominaba todas las formas de meditación era su ego y cuando se hundió en los placeres en lo mundano también era su ego. es imposible huir del yo le ponemos nombres algunos santos y otros profanos, algunos destruyen y otros construyen sobre arena, pero siempre está presente, o porque crees que los que salen del anexo sólo tienen de dos o se vuelven cristianos de hueso colorado o trepacerros? es el yo cambiando de piel, fortaleciéndose, ejerciendo un falso control, yo soy el más fuerte, el más disciplinado, el más espiritual, etc, etc. no todo es malo en sí pero si se usan con bastón de orgullo se vuelven obstáculo.


En paralelo bíblico, me recuerda a lo que Jesús decía a los fariseos: hacían largas oraciones, ayunos, daban diezmos… pero buscaban ser vistos como “los primeros”. O a Pablo en Filipenses 3, cuando dice que todo su pasado de logros religiosos lo considera pérdida en comparación con conocer a Cristo.  Este pasaje de Siddhartha es como decir: “no basta con cambiar de ropaje; el ego puede vivir disfrazado de sabiduría, de religión, de sacrificio. Hay que verlo, desarmarlo y rendirse”.


Entonces... El ejercicio es: identificar el nuevo disfraz... disciplina, religiosidad, intelectualidad, hedonismo, apariencia de bondad. Pregúntate: “¿Esto nace de necesidad de control o de reconocimiento, o surge de mi verdadera esencia?” soy vulnerable en realidad? o es mi deseo de ser visto? punto clave: reconocer no significa ceder al impulso del ego ni reprimir el equilibrio radica en aceptarlo y soltarlo a la vez: te veo pero no necesito que me gobiernes. 


esto me hace pensar en lo que Jesús dijo en Mateo 16:24 “Si alguien quiere ser mi seguidor, que renuncie a sí mismo, que tome su madero de tormento y me siga constantemente.


una renuncia total al yo —no a la personalidad sana, ni a la vida cotidiana, sino al ego que se aferra a títulos, prestigio, poder, linaje, apariencia, logros.

Es lo mismo que Pablo captó después, cuando en Filipenses 3 Pero las cosas que para mí eran ganancia, ahora las considero pérdida* a causa del Cristo. 8 Es más, considero también que todas las cosas son pérdida debido al incalculable valor del conocimiento de Cristo Jesús mi Señor. Por él he aceptado la pérdida de todas las cosas y las veo como un montón de basura, (σκύβαλον, literalmente “desecho, excremento”) para ganar a Cristo.


‘recorrer el mismo círculo fatal? El río se reía. Sí, así era; todo lo que no se había terminado de sufrir y solucionar, regresaba de nuevo. Siempre se volvían a sufrir las mismas penas.’


El río “se ríe” porque ve cómo el ser humano se cree avanzando en línea recta, cuando en realidad vuelve una y otra vez al mismo punto, a la misma herida, al mismo error, hasta que realmente aprende.


Ese “círculo fatal” no es un castigo, sino un espejo: lo que no se resuelve, retorna. Lo que no se sufre hasta el fondo, queda pendiente y regresa con otro rostro.


qué lección es la que sigo repitiendo una y otra vez con distinto rostro? 


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